Tener salud es sinónimo de responsabilidad para conocer, querer y valorar el constante autocuidado de nuestra vida y específicamente de nuestro cuerpo.
Sin embargo, al presentarse un síntoma, nos está indicando que algo no funciona adecuadamente y por lo general buscamos como será la “mejor forma de ignorarlo o negarlo”, porque podría limitar nuestro ritmo normal de vida, nuestro cuerpo sabiamente seguirá llamando nuestra atención, agudizando el síntoma inicial o alertándonos con otros, hasta que por fin accedemos a una evaluación médica, diagnóstico y tratamiento.
Frecuentemente, escucho en mi consulta psicológica: no es nada, pasará solo, es “solo por estrés” tan común decirlo y escucharlo, pero desconociendo cómo ese estrés no manejado de manera positiva, produce o perpetúa en un porcentaje muy alto las enfermedades; es necesario educar cómo es la relación entre mente y cuerpo a la hora de presentar una enfermedad psicosomática: la cual es una enfermedad física real, con alto contenido emocional y cognitivo, manifestada en algún órgano y poniendo en claro que no se trata de hipocondría: donde no existe enfermedad orgánica pero el paciente afirma padecerla.
Esta confusión es muy frecuente en los pacientes y minimiza la seriedad de su problema, o lo desvía del tratamiento interdisciplinario que muchas veces se necesita. Es notable el poco interés que le damos a nuestro cuerpo cuando pide atención.
Al ser diagnosticado, ¿qué tipo de paciente somos?, el que sigue todas las indicaciones correctamente, o el que duda de todo lo que se le dice y prefiere consultarlo por su cuenta en Google o a algún Gurú en redes. Su objetivo, es saber si el profesional de la salud a quien consultó tiene la razón, y es ahí donde siguen indicaciones de cualquier tipo, cambiando las instrucciones médicas para seguirlas a “a su manera”, aumentando o disminuyendo las dosis, tiempo de consumo, haciendo mezclas inapropiadas y en la mayoría de las veces llegando a la automedicación. Otros, buscan diversas opiniones para quedarse con quien le pida menos cambios de hábitos, ya que generalmente desean trasladar la responsabilidad de su salud solo a una sustancia o a alguien más.
Es sabido que los hábitos saludables son el mejor complemento de cualquier medicina y cuando se le indica al paciente que empiece a tomarlos en serio, será un mínimo porcentaje quien realmente inicie, persista y logre concluir, quizás sea después de un gran susto, alresentar un derrame, un infarto o el inicio de diabetes e hipertensión: por ejemplo, dormir las horas convenientes, comer saludable, tomar agua suficiente, hacer ejercicio moderado y adecuado a sus necesidades, manejar el estrés positivamente (lo invitamos a que busque nuestro programa), mantener relaciones interpersonales saludables (detectar si hay relaciones tóxicas en su vida o usted es uno de ellos), parece fácil, pero cuestiónese a usted mismo para ver sí durante el último mes ha logrado mantener algunos de esos hábitos positivos constantemente, pregúntese si los tiene o alguna vez los tuvo, o si desearía iniciar un programa de reversión de los hábitos que dañan su salud integral.
Es sencillo decirlo, pedirle a los demás que lo hagan y todos sabemos que así debería ser, pero para quien no los tiene integrados en su repertorio de conductas diarias, hacer los cambios resulta una tarea complicada y estresante, es más fácil regresar a los viejos hábitos, es lo más común y mientras tanto la salud se sigue deteriorando.
La recomendación:
Es necesario aumentar la consciencia y procurar la internalización de los beneficios del autocuidado. El aprecio por nuestro cuerpo es una de nuestras principales tareas mientras estemos en esta tierra, en este plano existencial.
Pues es el vehículo que transporta nuestras ideas, proyectos y afectos, es a través de él, que los transmitimos, con él somos creadores, productivos, innovadores, y llevamos a cabo el propósito para el cual aún estamos aquí, para trascender a nuevas generaciones. A diferencia de un vehículo de transporte, no podemos cambiarlo por un modelo mejor cada cierto tiempo, es el único cuerpo que tendremos desde que nacemos hasta que morimos, por lo tanto es necesario aumentar la consciencia del valor de nuestro cuerpo, no me refiero a la idolatría del mismo y querer lograr la perfección o exponiéndolo al sobre exigirle o maltratarlo con adicciones, sino a la necesidad de valorarlo y cuidarlo como el medio a través del cual logramos desarrollar todas las áreas importantes de nuestra vida; importante, conocerlo y cuidarlo de la mejor forma para que el tiempo que lo usemos sea de calidad y a largo plazo.
Algunos de los componentes básicos prácticos para hacer lo que esté de nuestra parte, es estar atentos a la constante elección que enfrentamos, tras el bombardeo de consumo de productos, que realmente han demostrado ser dañinos en nuestro cuerpo, pero aún así decidimos ingerirlos porque “es la moda”, es lo que hay o todos lo consumen y así iniciamos la inclinación de la balanza, hacia la buena salud o hacia la enfermedad, no dudemos en investigar o preguntar lo mejor para cada uno y los miembros de nuestras familias, otra elección es entre el mejor programa de ejercicio, sugiero siempre que abarque 3 aspectos: mejorar la condición cardiaca, aumentar y mantener la fuerza muscular, sin descuidar la importancia de la flexibilidad en todas nuestras articulaciones, para que las habilidades de la juventud nos acompañen por más tiempo.
Otra área importante que tiene relevancia en nuestra salud es cultivar y rodearse de relaciones interpersonales saludables, que sean nutridoras y asertivas, evitando o aprendiendo del contacto con personas tóxicas como los narcisistas y psicópatas integrados, para protegernos o descubrir si nuestro comportamiento es desfavorable para otros, manifestándose cuando los niveles de estrés han aumentado, la irritabilidad, frustración e ira se van apoderando de nosotros sin darnos cuenta, llegando al estado de “burnout” considerado como el estrés en nivel máximo, desarrollado principalmente en personas que trabajan con personas: médicos, psicoterapeutas, odontólogos, enfermeras, maestros, sacerdotes, pastores, o personas con altas responsabilidades, que por tener un alto grado de satisfacción y gusto por su trabajo, minimizan los síntomas ocasionados por el estrés, aumentando el nivel de tolerancia, hasta que aparecen los síntomas extremos o enfermedades irreversibles.
Un llamado urgente es para los cuidadores de la salud, qué tal si empezamos por ser nosotros mismos quienes iniciamos con un verdadero programa de autocuidado de salud física, mental-emocional, espiritual e incluso financiera, ya que como dice el dicho: las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra.